Con el paso del
tiempo me he dado cuenta de que los valores no existen tal y como los
conocemos. Al pensar en la justicia, creía en un poder igualitario, yo me
pregunto si somos todos iguales. Ante esta justicia no. Algunos casos son clara
evidencia de ello, haciendo cuestionar a los ciudadanos si todos somos iguales.
Donde hay dinero no habrá justicia.
La corrupción hunde
sus raíces en las propias esencias de la sociedad en la que vivimos. Cuando un
sistema corrupto está asentado sobre el ánimo de lucro, el individualismo y la
competencia más descarnada y no en la cooperación, la solidaridad y el bien
común, no es de extrañar que los codazos, las mentiras y falsedades y la
prestancia para meter la mano en cualquier cajón formen parte del paisaje
diario. Que la puñalada al competidor sea liviana o mortal, el soborno de
simple prebenda o compra completa de alma y conciencia y el pago a través de
sobre o maletín, depende tan solo de las exigencias del negocio, que no de ley
o moral alguna.
El caso de Javier
Alvarado y Lita Román debe ser uno de los tantos casos sui generis en el mundo;
uno sin sentencia a pesar de que la fiscalía exigió 11 años de cárcel y otro su
competidora a quien buscan sacar del camino con la ayuda de un poder judicial
en emergencia.
Quien
dice la verdad, cobra odio
¿Qué puede esperar
un país si su sistema de Justicia es tan corrompido como el nuestro? La
justicia en la región Lima hace agua. En las cárceles, todos saben que el que
tenga más dinero podrá comprar jueces, evadir procesos, sepultar a otros,
conseguir pruebas, amañar testigos, etc.
Javier Alvarado,
salvado por un Habeas Corpus discutido, afronta un proceso penal que debería
haberlo puesto en KO hace tiempo. Los cargos no son tan santos, a Alvarado se
le procesa por los presuntos delitos de peculado (apropiarse de dinero público)
y colusión(convenir con el proveedor para estafar al estado), por el caso
Telefónica Lunahuana. Pero no es el único
delito por el que esta denunciado, sino también por la desaparición de mas de 4
millones del FINVER, cuando fuera alcalde provincial de Cañete.
A Lita Román la
procesan por el presunto delito de Usurpación de funciones, claramente disque por
haber firmado una declaración jurada a una trabajadora despedida por el
gobierno regional, documento que le valió para ser repuesta en su puesto de
trabajo del cual fue echada injustamente, solo por ser huachana.
Los juicios de Javier Alvarado datan desde
hace más de 12 años y meses y no hay sentencia. El juicio contra
Lita Román data de hace 6 meses, y los jueces están como locos para
sentenciarla. Una muestra de la incongruencia y de la forma como se mide la
justicia en la región Lima.
Ancho
para uno. Angosto para la otra
“Donde hay justicia
no hay pobreza”, decía el filósofo chino Confucio, de allí que podamos entender
porque esta región tiene esa miseria tan rampante. Este panorama también nos
muestra el enorme poder que hace gala Javier Alvarado, que se burla de todos,
se burla de los pueblos del norte, se burla de la inteligencia de los que viven
en la región y por ultimo se zurra de la justicia, al negarse a afrontar sus
juicios como los hombres que no deben nada, de frente y sin miedo, amparándose
en favorecidos y oportunos Habeas Corpus a lo Genaro Delgado Parker.
Finalmente estos
actos de violencia contra una mujer norteña, nos debe alertar y por supuesto a
unirnos contra quien se ha vuelto “enemigo de Huacho y del norte chico”, tal
como lo dijo el alcalde provincial de Huaura Dr. Santiago Cano, con mucha
propiedad y verdad. El norte cada vez más unido. Estaremos atentos.
0 comentarios:
Publicar un comentario