El acogedor pueblito de Ayavirí, con sus añejos balcones, calles empedradas y casas de adobe, es el mejor punto de partida para conocer lagunas y nevados inolvidables.
Iván Reyna / Revista Rumbos.- Ayavirí con tilde en la última "i", es tierra de exquisitos quesos artesanales que gozan de buena aceptación en el mercado limeño. En este distrito de la provincia de Yauyos, la gente es sencilla, como los esposos Andrés Lucas Mateo y Antonia Torres Santiago, quienes nos invitan un sabroso patache, la sopa típica a base a trigo, queso y hojas de muña. Y para el mal de altura un tecito bien caliente de ayalón (parecido al romero). En la noche -mientras escuchábamos los románticos relatos de Ayavirí- brindamos con chamis, el calientito local. Todo esto bajo el silencio infinito de un cielo luminoso, a 3.248 m.s.n.m.
Al rayar el alba partimos hacia los gélidos nevados y lagunas de la parte alta. Nos acompaña Narciso Lucas Torres, un ayavirino conocedor de la zona, quien en la ruta se detiene varias veces para hablarnos de las huallatas que siempre andan en parejas, de los restos arqueológicos de Cullpamarca y de sus prodigiosas pescas de truchas. Así, pasamos los lugares conocidos como Ñauñacu, Ampa, Yaulía, Carhuayo, Pantani, Tucumachi, Cachipampa y luego nos sorprende la catarata de Pilacanchani con sus 40 metros de caída libre y sus historias de sirenas en luna llena.
Ya hemos caminado casi 30 kilómetros y un manto helado nos golpea el rostro antes de contemplar lalaguna Huascacocha (origen del río Mala) que se impone con sus tonos azules. La laguna se ha reducido dejando una playa de arena blanca. Los nevados que la alimentan: Llongote, Huayna Cottoni y Ticlla retroceden con el calentamiento global. Aun así, detrás de esta aparente fragilidad, quedamos fascinados con los pliegues del paisaje y los misterios insondables de los apus. En Huascacocha se puede pescar y acampar, pero hay que ir bien preparados porque a 4.330 m.s.n.m. la temperatura bordea los cero grados por las noches.
Antes de despedirnos, nuestras retinas recogen todos los matices de una sierra viva y sobrecogedora. Es un destino fascinante donde siempre se está en movimiento, como los zorros que nos acompañan, casi sin dejarse ver, como las nubes que huyen de la costa ingrata para cobijarse en la cordillera.
En Rumbo
Llegar: En el pueblo de Mala hay transporte público hacia Ayavirí. El servicio es brindado por una minivan.
Tiempo: 5 horas
Costo: S/. 25
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