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domingo, 11 de abril de 2010

El desastre del "modelo chileno peruano"

En estos momentos de tristeza y aflicción para todos quienes compartimos una historia y una geografía, la única conducta responsable es la más amplia solidaridad hacia los que están sufriendo, no sólo el luto sino el desamparo en Pisco, Ica, Chincha, Cañete, Yauyos, Huaytará y Castrovirreyna, así como en Chile. Pero al mismo tiempo, reclamar políticas concretas tendentes a mejorar las condiciones de vida de los sectores marginados. La situación actual ha agravado la falta de caminos, hospitales y escuelas en varias regiones, es hora de que el Estado Peruano y Chileno recuperen la iniciativa ante tales demandas. La caridad no debe confundirse con justicia social.

Ha transcurrido más de un mes desde la tragedia que enlutó a Chile, la naturaleza mostró su fuerza, sobre todo en las regiones del Maule, Bío-Bío y la Región de los Ríos, los daños materiales son cuantiosos, las familias que han sufrido los efectos del maremoto se han quedado sin nada y son más de mil las personas muertas y centenares las personas desaparecidas. El caos fue el efecto dominante en las primeras horas después del terremoto (a las 03:34:17 hora local, del sábado 27 de febrero de este año, que alcanzó una magnitud de 8,8�MW. El epicentro se ubicó en el Mar chileno, frente a las localidades de Curanipe y Cobquecura).

La costa peruana también se encuentra en el llamado: Cinturón de Fuego del Pacífico, una de las zonas más sísmicamente activas del mundo, producto de la tectónica de placas que produce la subducción de la Placa de Nazca bajo la Placa Sudamericana. Estos movimientos generan tensión entre ambas placas que finalmente se libera en forma de terremotos o pequeños sismos. Chile ha sufrido un terremoto de magnitud mundial y sabemos que no es el primero y que no será el último. Este tipo de catástrofes que nos sacuden cada cierto tiempo, desnudan todas aquellas falencias que se han acumulado a lo largo de los años. Como suele ocurrir en estos casos, en un país de desigualdades, las víctimas son los más débiles, los más pobres. Es cierto, que las catástrofes no se pueden predecir con exactitud y son eventos fuera del control humano. No obstante, para cualquier gobierno, este tipo de cataclismo es absolutamente previsible y está dentro del horizonte de probabilidades. Por ello, resulta más que inquietante la ausencia de una política seria a este respecto. Este papel le corresponde al Estado, aunque les moleste a los fanáticos del neoliberalismo. Ante la tragedia que hoy enfrenta Chile, y que enfrentó nuestro país el 15 de agosto del 2007, es imprescindible esclarecer algunas cuestiones de fondo.

En ambos casos y desde un primer momento, se advirtió una grave falta de coordinación entre las diferentes instancias de gobierno que debieron actuar en estas circunstancias; los funcionarios civiles o uniformados no han estado a la altura. Estos terremotos han mostrado las grietas no sólo de los edificios, carreteras y puentes, sino que están mostrando las graves fisuras institucionales y sociales que aquejan a ambos países dependientes del poder hegemónico del gran capital. Los síntomas son claros, abandono de amplios sectores populares, negligencia de funcionarios y, consecuentemente, vandalismo y crecimiento de la violencia delincuencial y represiva.

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     .." DE TODOS LOS DISTRITOS "??"

       

de vuelta al barrunto..!

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